Entiendo la premura de estos versos,
sol de verano en pleno invierno.
Jefferson es ciudad muy particular
enigmática en sonrisa a la hora de las penas.
El chocolate arde calentando mis mañanas,
me sigo enclaustrando al bote de pintura
o escribo trazos de poesías, y no puedo negarte
la osadía de a veces bordonear la corbata.
De vez en cuando un timbrazo me golpea,
salgo de ti como desprendido de Venus
cayendo cruel al planeta de realidades,
donde aprestos de traslados me señalan equipaje.
Hoy puedo asimilar la casa vacía,
caminar hacia el espejo contiguo, afilarme el bigote,
tirar el libro de sopetón sobre la cama, borrar tus fotos
del ordenador; cumplir la promesa de que no te conozco.
Total, América es práctica aunque sueñe fantasías,
deberé ser práctico por ajustes al sistema. De suerte,
que te olvido amiga mía, ya luego aparecerán blancas colinas.
Musas para otros poemas.
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